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lunes, 19 de marzo de 2012

Procesión en Honor a San Isidro Labrador.

yer, domingo día 18 de marzo, y una vez finalizada la Misa de las 12; tuvo lugar en La Villa una procesión en honor de San Isidro,patrón de los agricultores, como consecuencia del largo periodo de sequía que, al igual que el resto del país, atraviesa Tembleque.

Según la Unión
de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) : Los agricultores y ganaderos españoles sufren la sequía más grave de
los últimos 60 años, que ha provocado la pérdida de una “parte
significativa” de los cultivos de secano y un incremento de los costes de producción de la ganadería a “niveles insostenibles”.
UPA detalló también que los cultivos de secano sufren un déficit de agua desde el pasado otoño, que ha “paralizado por completo” el desarrollo de los cereales y las leguminosas; a la que se han sumado las heladas sufridas este invierno y a la difícil coyuntura que atraviesa el campo.





Fotografías ©Maritza Forcada




Como ya viene siendo costumbre en mis posts, a continuación os dejo información y curiosidades sobre la historia de esta tradición.
Las Rogativas son las oraciones públicas hechas a Dios para conseguir remedio en una grave necesidad. Generalmente consistían en procesiones que se hacían dentro o fuera del templo con carácter de penitencia y propiciación para la agricultura, acompañadas del rezo de letanías. Litúrgicamente fueron establecidas por la Iglesia para ser rezadas o cantadas en ciertas procesiones, probablemente en el siglo IV, aunque no se fijaron las fechas de su celebración hasta el pontificado de San Gregorio Magno en el año 590.

Tenían lugar dos veces en el año: en la festividad de San Marcos, las denominadas rogativas o letanías mayores, y, en los tres días anteriores a la Ascensión, las conocidas como rogativas o letanías menores. Además, con carácter extraordinario, el papa y los obispos podían prescribirlas en cualquier época del año en calamidades y necesidades públicas perentorias. Es muy posible que las Rogativas de San Marcos, suplantaran a las Robigalia romanas, tradicionales festejos de carácter agrícola, que se celebraban en la misma fecha en honor del dios Robigo, con procesiones a través de los campos y sacrificios de animales, que tenían como objetivo interesar a aquella divinidad pagana en el cuidado y protección de los sembrados.

Generalmente, las rogativas se hacían en el tiempo comprendido entre las festividades de San Marcos (25 de abril) y San Isidro (15 de mayo), período crítico para la esperada cosecha. Estas procesiones con oraciones y cánticos forman parte de una serie de ritos revestidos de cristianismo, pero mágicos en el fondo, comunes a muchos pueblos.

Acerca del dominio de la magia sobre la lluvia, hay que tener en cuenta que en los pueblos tribales, uno de los cometidos de que se encargaba el mago público para el bien de la tribu, era asegurar una caída de lluvia adecuada. Porque ya sabían que la lluvia era esencial para la vida y que sin llover la vegetación se marchita y los hombres y animales se extenúan y mueren. Por esta razón, el hacedor de lluvias era un personaje muy importante. Había, además, una clase especial de magos, cuya misión consistía en regular el abastecimiento del agua celestial, que, en la mayoría de los países suele llegar en forma de aguaceros, a veces devastadores.

Los métodos con que éstos cumplían los deberes de su cargo están basados normalmente en las reglas de la magia homeopática o imitativa. Si deseaban hacer que lloviera, lo imitaban salpicando agua o imitando a las nubes. Si su finalidad era parar la lluvia y producir sequía, evitaban el agua y recurrían al calor y al fuego para enjugar la humedad demasiado abundante. Prácticas de provocación de lluvia las ha habido y aún se conservan, tanto en colectividades primitivas, como en otras pretendidamente civilizadas.

En España, el rol del hacedor de agua prácticamente ha desaparecido, habiendo sido asumido su papel, en parte, por el sacerdote, y más concretamente, por una imagen sagrada de cristo, virgen o santo. Rómulo Sans, en su obra “El Ampurdán en el siglo XIX”, describe el contorsionado baile del trençador de les aigues de Cadaqués, que el martes de Carnaval zapateaba extrañamente para que las lluvias fueran favorables aquel año.
En la creencia de que un cristo, virgen o santo podía – y debía – hacer llover, se sacaba del templo en solemne procesión su imagen, para que, al contemplar de cerca la calamitosa situación de los campos, decidiera apiadarse de ellos y ponerles remedio. A veces, esta salida no se producía y se reducía la ceremonia a cambiar de sitio la imagen dentro de la misma iglesia. En algunos lugares y cumpliendo un antiquísimo rito de inmersión, la efigie era empapada en agua o sumergida en ella, tal y como prescriben los métodos de la magia imitativa. No es que fuera una práctica acostumbrada, pero sí había pueblos en que la inmersión de imágenes era más bien una amenaza o último recurso, utilizado para convencerlas de que debían hacer llover.

En muchos lugares también se sumergían crucifijos, rosarios e incluso reliquias de santos. Este rito de inmersión, según Casas Gaspar “es un modo ingenuo y expresivo de pedir con el gesto. Es la rúbrica que han puesto a sus instancias de lluvia todos los pueblos de la tierra y desde luego, es el grado superior del rito : la sumersión del santo”.

Los días de rogativa eran días de penitencia. Durante siglos los fieles guardaron en ellos la abstinencia y el ayuno ordenados por la Iglesia. Tomaban parte en las oraciones y cánticos del templo y no trabajaban. Se suspendían todas las actividades y cerraban talleres y comercios. Acudían a las ceremonias y procesiones vestidos con modestos trajes oscuros o negros. En las rogativas más remotas, los asistentes acudían casi siempre descalzos, algunos ceñían sus cuerpos con cilicios y espolvoreaban sus cabelleras con ceniza.

Las rogativas más recientes consisten en una procesión acompañada del rezo de las Letanías de los Santos, seguida de la misa propia del día. Los celebrantes usan ornamentos morados y no hay música de órgano en la iglesia. Si es posible, la procesión se hace fuera del templo, orillando los campos, a los que el celebrante va aspergeando con agua bendita. Delante de la comitiva va la cruz procesional, entre ciriales, estandartes e imágenes. La procesión de rogativas tiene preces especiales en el Ritual, relativas a peticiones de lluvia para los campos, pan para cada día, abundancia de cosechas, fecundidad de los rebaños…

Gestión y organización de las rogativas

Estas ceremonias estaban regidas por los usos y costumbres de cada población, pero tenían todas unos signos comunes. La competencia primera para realizar rogativas era de las autoridades municipales. Después, la Iglesia se cuidaba del desarrollo de la actividad litúrgica pertinente. Su mecanismo de realización era siempre idéntico, con el siguiente esquema

*Se produce una variación o anomalía ambiental.

*El gremio de hortelanos, labradores, ganaderos… transmite su inquietud a las autoridades municipales.

*El gobierno municipal evalúa la situación y toma las determinaciones convenientes para encargar algún tipo de rogativa a la Iglesia.

*Las autoridades eclesiásticas reciben la orden de hacer una rogativa y realizan las gestiones y convocatoria al público, si procede.

*Se realiza la rogativa en los plazos y modo estipulado por las autoridades municipales y eclesiásticas.

Las rogativas, fuentes documentales de la Climatología Histórica:

El procedimiento de gestión y realización de rogativas estaba perfectamente burocratizado y quedaban registros documentales rigurosos y continuos en las actas municipales y en los capítulos catedralicios, documentos fiables y muy bien datados, que constituyen fuentes fidedignas importantes para su aplicación en estudios de Climatología Histórica. Además, tanto en las actas municipales como capitulares, intervenían y daban fe de la veracidad de lo registrado notarios públicos o personas de rango institucional similar.

En el caso concreto de las sequías, la documentación de archivos de carácter civil y religioso de las rogativas ad petendam pluviam, nos permite deducir la importancia y gradación de cada una de ellas, facultándonos para estudiarlas y clasificarlas, al menos, en los siguientes niveles:

*Prevención de sequía: Cuando existen datos de actos celebrados dentro de las iglesias locales, consistentes en rezos y oraciones al finalizar las misas.

*Sequía incipiente: Datos de actos, también en la iglesia, con exposición de reliquias o imágenes en lugar prominente, o mediante recorrido dentro del templo o su claustro.

*Sequía severa: Registros de Actos públicos fuera de la iglesia, aunque dentro de la población. Procesiones públicas por las principales calles con reliquias o imágenes sagradas.

*Sequía grave: Registros de actos públicos dentro de la población. Inmersiones en el agua de reliquias o imágenes sagradas de especial veneración local. Se prohibieron en 1619 por el deterioro que experimentaban las reliquias.

*Sequía crítica: Peregrinación fuera de la población, ordinariamente a Santuarios de especial veneración.
Extraido de:
Carmen Gozalo de Andrés
Licenciada en Historia
Meteorología Popular. "Las Rogativas"
RAM. (Revista del Aficionado a la Meteorología)


Esta iniciativa ya ha sido llevada a cabo con anterioridad en otros Ayuntamientos próximos a Tembleque.





El día 5 de marzo en Dos Barrios.














Y el día 11 en la vecina población de
La Guardia.




Confiemos en que estos tradicionales y devotos actos cumplan su objetivo, y no terminen como dice esta antigua copla de origen alcarreño:

"No he visto gente más bruta
que la gente de Alcocer,
que echaron el Cristo al río
porque no quiso llover".

Fotografía©ABC. Ana Pérez Herrera



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