ace pocas fechas os hablaba de una nueva "aventura" que había podido disfrutar en mi "pueblo adoptivo": Tembleque.
Las personas, nos pasamos la vida deseando hacer cosas que otras personas pueden realizar; lo que nos lleva a concebir la erronea idea de que las cosas divertidas son aquellas que se realizan lejos, en paises exóticos y lejanos...
Pues nada más lejos de la realidad...
Las cosas tienen el valor que se les quiere y sabe dar. ..
¡No hay que irse al Caribe para pasárselo bien! Muy por el contrario, las cosas son divertidas si uno sabe hacer que lo sean. Y lo que a uno le puede parecer una simple tontería, para otro es un momento de divers¡ón (sobre todo si uno vive en la gran ciudad, como es mi caso y el de mi familia) y camaradería con un grupo de amigos con aficiones afines, que nunca olvidarán.
Este es el caso de la experiencia que tuve el placer de experimentar este verano.
Gracias a un buen amigo conocí la iniciativa del "Club de Amigos de los Clásicos", cuya afición consiste en comprar y restaurar viejos tractores y ponerlos en marcha por el mero placer de salir con ellos a recorrer las calles de nuestros pueblos.
En un próximo artículo, os contaré cómo surgió la idea, quiénes integran este divertido club y más cosas sobre ellos y sus "máquinas".
Por el momento, os dejo este vídeo, para que disfrutéis de estas maravillas, y abráis boca para el próximo.
Con todo mi agradecimiento y admiración.
Las personas, nos pasamos la vida deseando hacer cosas que otras personas pueden realizar; lo que nos lleva a concebir la erronea idea de que las cosas divertidas son aquellas que se realizan lejos, en paises exóticos y lejanos...
Pues nada más lejos de la realidad...
Las cosas tienen el valor que se les quiere y sabe dar. ..
¡No hay que irse al Caribe para pasárselo bien! Muy por el contrario, las cosas son divertidas si uno sabe hacer que lo sean. Y lo que a uno le puede parecer una simple tontería, para otro es un momento de divers¡ón (sobre todo si uno vive en la gran ciudad, como es mi caso y el de mi familia) y camaradería con un grupo de amigos con aficiones afines, que nunca olvidarán.
Este es el caso de la experiencia que tuve el placer de experimentar este verano.
Gracias a un buen amigo conocí la iniciativa del "Club de Amigos de los Clásicos", cuya afición consiste en comprar y restaurar viejos tractores y ponerlos en marcha por el mero placer de salir con ellos a recorrer las calles de nuestros pueblos.
En un próximo artículo, os contaré cómo surgió la idea, quiénes integran este divertido club y más cosas sobre ellos y sus "máquinas".
Por el momento, os dejo este vídeo, para que disfrutéis de estas maravillas, y abráis boca para el próximo.
Con todo mi agradecimiento y admiración.
4 comentarios:
yo quiero uno de esos, que bonitos...
Pues así, en foto, no son ni la sombra de lo que son en la realidad, ¡¡¡TE LO ASEGURO!!!
Yo también quiero uno, . (Ya sé que casi no se me ha notado, pero mi preferido es el Land azul).Ja, Ja, Ja...
Os puedo asegurar que es alucinante, una experiencia digna de ser vivida. La sensación y el placer que se siente a los mandos de una máquina como esas no tiene nada que ver con cualquier otro vehículo de los que habtualmente conducimos y de otros que no lo son tanto, lo dijo por experiencia.
Es una satisfacción verse al volante de una joya y además comprobar que si eres capaz de llevarlo por donde sea preciso e incluso maniobrar, de forma sencilla, por cualquier lado. Eso si por supuesto nada tiene que ver con la prueba de habilidad de los tractoristas o de su labor en el campo, eso son palabras mayores, yo sencillamente me descubro ante su pericia y habilidad.
Espectacular desfile, desgraciadamente me lo perdí en directo esta feria gracias a este montaje me puedo hacer una idea.
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