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domingo, 24 de enero de 2010

LA INUNDACIÓN DE CONSUEGRA DE 1891 (II)

Siguiendo con el tema de la inundación de Consuegra, en esta ocasión os voy a poner lo que se publicó en una revista quincenal de aquella época llamada "La ilustración española y americana", en el que además del interesante texto, se adjuntan un montón de imágenes que sacó su fotógrafo (Nicolás Caldevilla) en cuanto pudo llegar al pueblo.

LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA. LA CATÁSTROFE DE CONSUEGRA
Antes de describir la catástrofe de Consuegra, debemos dedicar algunas líneas á la histórica villa, ayer rica y floreciente y hoy casi destruída, y al río Amarguillo, causa del desastre.
Consuegra, villa de la provincia de Toledo, de cuya capital dista 55 kilómetros, está situada, á la falda de un cerro, en un valle rodeado de montañas, y divididas en dos zonas o barrios por el cauce del Amarguillo, que pasa por la población a nivel de las calles, y sobre el cual existen cuatro puentes, tres de construcción romana y restaurados en diversas épocas; posee dos iglesias parroquiales, la de San Juan Bautista y la de Santa María, y dos conventos, uno de religiosas Carmelitas y otro de frailes Franciscanos; tiene además dos antiguas ermitas, la del Cristo de la Vera-Cruz, y la de Nuestra Señora del Pilar, y entre sus notables ruinas antiguas figuran el famoso castillo, cuya fundación se atribuye á Trajano, y un anfiteatro de la misma época romana; la población actual constaba de tres barrios, el Antiguo, el Nuevo, y el del Cerro del Castillo formados por unas 2100 casas, en las que habitaban cerca de 10000 personas.
El Amarguillo es un riachuelo que nace en las sierras del término de Urda, y sigue su curso por la derecha de esta villa, hacia el sur, pasando luego por Consuegra y Madridejos, donde se le agrega el arroyo Valdespino, y con este nombre ó con el primitivo, continúa por Camuñas y Villafranca de los Caballeros, y entra en la provincia de Ciudad Real, llegando hasta Herencia (cerca de Alcázar de San Juan), en cuyo término desagua el río Cigüela, y ambos á corta distancia en el Guadiana; es de escaso caudal, y sólo tiene corriente por las lluvias, no fertilizando las tierras colindantes por usarse en el país, con tal objeto, norias y pozos, que dan allí excelentes resultados; en diversas épocas, algunas no muy lejanas, sus aguas ensoberbecidas inundaron las calles de la población, causando grandes perjuicos á las fincas y á sus moradores, los cuales después de la inundación olvidábanse de las amenazas del humilde riachuelo.
Estas amenazas se transformaron en horrenda catástrofe la noche del 11 de corriente: desde el día anterior el Amarguillo, crecido por abundantes lluvias en el término de Urda, arrastraba troncos de árboles y aun aperos de labranza; el día 11, lloviendo sin cesar torrencialmente, “como si se hubiesen abierto las cataratas del cielo”, según la frase bíblica, usada por un testigo presencial, ó, “como si volcaran tinajas de agua desde las nubes”, según el gráfico símil de un hombre del pueblo, el humilde riachuelo creció cual mar embravecido, inundó las calles, pasó por la infortunada población con asolador torrente, con ímpetu brutal, con fiera violencia, arrollando cuanto encontraba al paso, arrastrando en sus aguas cenagosas las casas, los enseres domésticos y, lo que es más triste, á centenares de habitantes.
Las aguas entrando en las casas con violento empuje y sorprendiendo á las familias, en su primer sueño; las paredes que se desplomaban y las techumbres que se hundían, y cuyas ruinas eran arrastradas por la corriente; los hombres, las mujeres, los niños, todos procurando salvarse y salvar á seres queridos, ya arrebatados por las olas fangosas, ya sepultados bajo los escombros de los edificios arruinados; todo esto, en suma, debió de formar un conjunto de horrible desolación, de espantosa realidad, en la infausta noche de Consuegra.
Y esta catástrofe ocurrió precisamente cuando los habitantes de Consuegra, terminadas las faenas de la recolección, se disponían á celebrar las ferias con animados festejos, en este infausto mes de septiembre. ¡Cruel sarcasmo del destino!
La santa caridad, la más augusta de las virtudes cristianas, acudió en seguida á enjugar el llanto de los que sobrevivieron á la catástrofe, respondiendo toda la patria española al grito de dolor que lanzó el Alcalde constitucional de la villa en nombre de los vecinos afligidos, desolados, anonadados por la inmensidad del desastre, y á la generosa iniciativa de S.M la Reina Regente, que contestó en el acto á aquel angustioso llamamiento á la caridad, ordenando á su Intendente que marchara al punto á la apenada Consuegra, con recursos precisos para atender á las necesidades más urgentes, y acordando, con el Gobierno responsable, abrir una suscripción nacional para remediar en lo posible tantas desgracias y tan grandes.



Describamos ahora los grabados que, referentes a Consuegra, publicamos en el presente número, hechos sobre fotografías de nuestro especial enviado al sitio de la catástrofe, D, Nicolás Caldevilla, distinguido artista fotógrafo de esta Corte:
Puente de la calle de Urda y orillas del Amarguillo, después de la inundación:
Representa el puente de la calle Urda y las actuales márgenes del Amarguillo: por encima y debajo de ese puente las aguas arrastraron centenares de víctimas, y esas márgenes que ahora aparecen como laderas escuetas y pedregosas formaban una calle de la infortunada villa, cuyas casas, con habitantes y enseres, fueron arrancadas y barridas por la impetuosa corriente.


El de la plana primera representa el Barrio Nuevo de la villa, y basta por sí solo para que nuestros lectores formen idea del desastre: el Barrio Nuevo constituía la parte moderna de la población, y hoy ni siquiera han quedado allí las ruinas de las casas, por haber sido arrastradas en la corriente inmunda del Amarguillo. ¡Casi todo el barrio ha desaparecido!. La vista está tomada desde la calle de Murza, y al fondo se levanta la iglesia parroquial de San Juan Bautista:

El de la pág.196 figura las ruinas de la margen derecha del río: este sitio fue el centro, por decirlo así, de la catástrofe, porque las aguas derribaron y arrastraron los edificios, quedando el solar cubierto de escombros y de cieno. Al fondo aparecen el convento de frailes franciscanos y la iglesia del Cristo de la Veracruz, y á la derecha del observador, en la colina del Norte, los molinos de viento:

La gran lámina que acompaña al número, como suplemento artístico, y correspondiente á las páginas 198 á 199 es una vista panorámica de Consuegra, desde el derruido molino de la calle de la Hiedra hasta la ya mencionada iglesia parroquial de San Juan Bautista: en primer término, el Barrio Alto de la población; en medio, al cauce del Amarguillo, cuyas dos márgenes, en toda su longitud, están cubiertas de ruinas; en segundo término, el Barrio Nuevo, que tanto ha sufrido; á lo lejos, el cerro del Castillo. Esta vista panorámica, en conjunto, presta al observador idea bastante exacta de la catástrofe:

El segundo grabado de la pág. 204 (dibujo de Manuel Picolo, según fotografías del Sr Caldevilla) contiene tres diversos asuntos: el exterior del convento de Religiosas Carmelitas (edificio de la primera mitad del siglo XVIII), y á cuyos muros no llegó, por fortuna, el fatal nivel de la inundación; y dos vistas del campamento de los 150 ingenieros militares que, al mando del Sr. Liébana (y por virtud de acertada disposición del Excelentísimo Sr. Capitán general del distrito, Sr. Pavía y Alburquerque) salieron de esta corte en la tarde del 15 del actual, y tan excelentes servicios han prestado á la desolada Consuegra, removiendo escombros, apuntalando casas y derribando las que amenazaban inminente ruina, construyendo puentes provisionales, etc. El campamento está emplazado en la parte alta de la población, en el solar del anfiteatro romano:

El de la pág.208 es una conmovedora composición de Manuel Alcázar, titulada “Los horrores de la inundación”: una familia en el tejado de una casa cercada por las aguas; un hombre que desdeña el propio riesgo por salvar, si es posible todavía, al desdichado que se ahoga; una madre que hace esfuerzos supremos por la salvación de sus aterrados hijos; una joven en actitud de invocar la clemencia del cielo. Y parece esta horrible escena envuelta en el mugido de la impetuosa corriente y en el ronco estrépito del trueno, y alumbrada á veces por la cárdena luz de los relámpagos:

Por último, en el grabado de la pág.209 damos cuatro interesantes detalles de la catástrofe: el interior de la Iglesia de San Juan Bautista, donde el nivel del agua llegó á la altura de 4’20m (hasta la mitad del Sagrario del altar mayor), según lo indica la ancha faja negra que el cieno dejó en las paredes:

El puente nuevo llamado “Los Poyuelos”, volcado por la corriente, y el provisional de madera tendido sobre los restos del anterior, y junto á éste había otro hasta el día de la inundación, del cual no ha quedado el menor rastro:

La portada del juzgado municipal, en cuya sala subió el agua 1’60m, y deterioró bastante la documentación de aquella oficina:

La fachada de la Casa de Ayuntamiento y del teatro, en la plaza de la Constitución, y en cuyos muros indica una faja negra la altura de las aguas en la infausta noche del 11 de septiembre de 1891:

Hemos dicho ya que S.M la Reina Regente, contestando en el acto al sentido telegrama que le dirigió el Alcalde de Consuegra, solicitando el amparo de los caritativos sentimientos de la augusta señora, ordenó á su Intendente que se trasladara sin descansar un momento al lugar de la catástrofe, llevando cincuenta mil pesetas en metálico, del peculio de S.M., para atender á las más urgentes necesidades.
El Excmo. Sr. D. Luis Moreno y Gil de Borja, intendente de la Real Casa y Patrimonio, cumplimentando inmediatamente las órdenes de la S.M. salió de San Sebastián el día 14 y llegó á ésta corte en la mañana del 15; desde la estación del Norte se dirigió á visitar al Sr. Ministro de la Gobernación con quien celebró una larga conferencia acerca de los tristes acontecimientos que motivaban su viaje á Consuegra, adquiriendo la certidumbre de la horrible realidad que acusaban las noticias posteriormente recibidas; dispuso en seguida la adquisición de ropas de abrigo, en gran cantidad, y ordenó por telégrafo al administrador del Real Sitio de Aranjuez que tuviese preparados víveres en abundancia, carros para conducirlos y gente que auxiliase á las víctimas de la catástrofe; recibió entonces un telegrama del Alcalde de Consuegra, explicándole con frases conmovedoras el estado de la villa, donde faltaban en absoluto los más precisos elementos de vida y fuerzas para el enterramiento de los cadáveres, y haciendo uso de las ilimitadas facultades que le había concedido S.M. la Reina, dispuso adquirir en esta corte otra cantidad considerable de víveres y ropas, y á las once de la mañana del mismo día 15 salió para Aranjuez y Consuegra.
Público es lo que el Sr. Moreno hizo en aquella infortunada población: entró en ella seguido de un convoy de catorce carros con víveres, ropas y sacos de dinero en plata, costeado todo por S.M. la Reina y custodiado por guardas del Real Patrimonio, y después de manifestar al Alcalde y los individuos de la Junta de Beneficencia , reunidos en la Casa Consistorial, el profundo dolor de la Reina por las desgracias que afligían al pueblo, y su vehemente deseo de remediarlas en lo posible, socorrió con mano pródiga y libró del hambre y de la miseria á los vecinos más necesitados, que prorrumpieron en frases de bendición y agradecimiento á la augusta señora.
En la pág. 192 damos el retrato del Sr. Moreno, con tan grande acierto ha logrado secundar los nobles propósitos de S.M. la Reina Regente:


(Nota de Fredy): en la publicación original de este texto, se publica una breve biografía de este Señor Moreno, que aquí omito por salirse del tema que nos ocupa, pero que cualquiera puede consultar si lo desea en el enlace que doy al final).

Damos también (pág. 204) el retrato del R.P. Benito de los Infantes, Prior de los franciscanos de Consuegra, y el de R.P. Petronilo Cobos, rector de los frailes filipinos de Almagro, que residía accidentalmente en el convento de la villa inundada:

¿Quién ignora que lo frailes franciscanos de Consuegra han sido los héroes de la población en la noche de la catástrofe y en los días siguientes? Todos han llevado á cabo hermosos actos de abnegación y de caridad, ya exponiendo su vida por salvar la del prójimo, ya extrayendo de los escombros centenares de cadáveres, y llevándolos al cementerio, para darles cristiana sepultura y orar por el eterno descanso del alma de aquellas infortunadas víctimas de la catástrofe; y á todos ellos daba ejemplo el P. Prior, animándolos con sus exhortaciones, salvando a dos infelices señoras, socorriendo á los heridos, auxiliando piadosamente á los moribundos.
Es Fr. Benito de los Infantes hombre de unos cincuenta años, doctor en Sagrada Teología, ilustradísimo y amante de las Bellas Letras, y tenemos la honra de contarle, hace ya tiempo, en el número de los suscriptores á LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA.
Su compañero Fr. Petronilo Cobos, rector del convento de filipinos de Almagro, y antiguo novicio en el de Consuegra, hombre de claro talento y vastísima ilustración, es doctor en Teología y Cánones y elocuente orador sagrado; y animado de santa caridad ante los horrores de la catástrofe, él también llevó a cabo grandes actos de abnegación y heroísmo.
Por último, en la pág. 212 damos el retrato del animoso y caritativo alcalde de Consuegra, D Luis Cantador y Rey, cuyos altos merecimientos ha premiado el Gobierno de S.M. la Reina, concediéndole la cruz de Beneficencia, de primera clase; y el pueblo de Consuegra, que no olvidará nunca los servicios de su dignísimo Alcalde, se propone regalarle las insignias de la cruz, por suscrición , en testimonio de gratitud.


Dejamos aquí en suspenso la narración, para continuarla, describiendo nuevos grabados relativos á la catástrofe, en el número próximo.
Prosiguiendo en este número la representación gráfica de la catástrofe de Consuegra, publicamos en primer lugar, en la pág. 219. el retrato de D. José Eugenio de Bueno, secretario del Ayuntamiento de aquella infortunada villa. Hombre de mucha ilustración y de grandes virtudes cívicas, el Sr. Bueno secundó con energía la vigorosa iniciativa del Alcalde, y despreciando el peligro, lucho desesperadamente en las crueles horas del desastre para salvar las vidas de sus convecinos:

En la misma pág. 219. damos una composición de nuestro colaborador artístico D. Manuel Picolo, inspirada en las narraciones de la catástrofe, y de gran verdad y carácter: representa los trabajos de descombro y salvamento en Consuegra, cuando las aguas del Amarguillo empezaban á retirarse de las calles:

Una composición del Sr. Díaz y Huertas, inspirada también en las narraciones del desastre, reproducimos en el grabado de la pág. 223: después de la catástrofe, algunos animosos vecinos, auxiliado por varias parejas de la Guardia Civil, remueven los escombros para extraer cadáveres:

Y luego conduciendo éstos al cementerio, y orando á la vez por el eterno descanso de las víctimas, los frailes franciscanos atravesaban por aquel triste campo de desolación: tal piadosa escena representa el dibujo del Sr. Alcázar que damos en la pág. 226, titulado “Las Obras de la misericordia en acción”:


Un par de meses depués, en la misma publicación apareció otra pequeña crónica que me parece interesante, que trata sobre la construcción de un puente provisional sobre el río Amarguillo con ayuda del ejército, así que si os parece también os lo pongo:

Con fecha 8 de noviembre de 1891:


En el caritativo auxilio que todas las clases sociales de la nación han prestado con noble porfí­a al infortunado pueblo de Consuegra, corresponde al Ejército una parte muy principal.
En los primeros momentos del desastre, la Academia General Militar envió socorros de ví­veres y tiendas de campaña, tanto más útiles cuanto más pronto llegaron, y poco después representaban dignamente al Ejército en aquellos lugares de desolación dos compañí­as de Ingenieros, al mando del comandante D. Evaristo Liébana, que salieron de Madrid el dí­a 15 de septiembre y regresaron el 9 de octubre, después de prestar servicios y soportar penalidades para cuyo relato se necesitarí­a más espacio que el de que podemos disponer en esta sección del periódico: la trabajosa marcha de esas dos compañí­as desde Manzaneque á Consuegra, bajo un sol abrasador y por un suelo fangoso; la generosidad con que cedieron sus propias tiendas de campaña á los que, faltos del hogar, arrastrados por las aguas, necesitaban abrigo; las fatigas de una jornada de 14 kilómetros para pernoctar en Madridejos y acudir diariamente al trabajo que en Consuegra ejecutaban; la utilí­sima, penosa y á menudo arriesgada tarea de apuntalar y derribar las casas que amenazaban ruina; la rápida formación de un campamento en el "Campo Romano", con sus 13 tiendas y las 25 que allí­ se remitieron de Toledo, pues las 150 enviadas desde Madrid, por orden del Excmo. Sr. Ministro de la Guerra, no llegaron á ser necesarias; los auxilios prestados á los vecinos para desenterrar cuanto quedó sepultado bajo los escombros; todo esto, en suma, ha sido realizado por las compañí­as de Ingenieros con tanta actividad, tan generoso desprendimiento y tal acierto, que no es de extrañar que el pueblo de Consuegra les haya despedido con entusiastas manifestaciones de gratitud profunda.
A tan valiosos servicios pone digno remate la construcción del puente provisional que representa nuestro segundo grabado de la pág. 284, según fotografí­a: utilizando maderas procedentes de los derribos, y clavazón y tablero recibidos de fuera, los ingenieros han construido en poco más de tres dí­as un puente de caballetes con estribos de mamposterí­a de piedra, en seco, el cual mide 29,30m de longitud y 2,50m de anchura, por el que pueden pasar carros cargados, y que, por su situación en el centro de la villa, frente á la iglesia de San Juan, ha de ser de gran utilidad á los habitantes, á quienes sólo quedaba, para la comunicación entre ambas márgenes del rí­o, uno de los tres puentes de piedra que antes existí­an, situado en un extremo del pueblo.
Empezó la construcción el 28 de septiembre, y por carencia absoluta de herramientas se pudo trabajar muy poco hasta el 2 de octubre; llegadas éstas y la clavazón, en los dí­as 3, 4 y 5 de dicho mes quedó terminado el puente, á falta del tablero, que no llegó á Consuegra hasta el 6, y quedó colocado en el mismo dí­a; el 7, ante el Delegado del Gobierno, el Ayuntamiento y muchos vecinos, se hicieron las pruebas, pasando primero un carro cargado con 2300 kilogramos, y después las dos compañí­as de Ingenieros formadas, una vez al paso ligero y otra a la carrera.
El puente construido en Consuegra por los Ingenieros militares será para los habitantes de la infortunada villa perpetuo recuerdo del auxilio eficaz que el Ejército les prestó en momentos angustiosí­simos.
Este grabado fue publicado por "La ilustración española y americana" el dí­a 8 de noviembre de 1891, apenas un par de meses después de la inundación:

Bueno, pues de momento aquí lo dejo; no sin antes dar el enlace al número correspondiente de "La ilustración española y americana" correspondiente al 30 de septiembre de 1891, que es en el que salen mayor número de imágenes; en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional podéis buscar los correspondientes a otras fechas en las que también se hace referencia, como esta última del 8 de noviembre, o el día 15 de septiembre, que ya se comentaba algo, aunque debido al poco tiempo transcurrido aún no sabían de la magnitud de la tragedia. En el número del 8 de octubre también aparecen más imágenes (todas os las he puesto en este reportaje):

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