Aquí os dejo un apunte sobre la vida de un mártir Temblequejo:
Natural de Tembleque (Toledo) había nacido el 27 de septiembre de 1897, hijo de Torcián y de Mª de los Santos. Cuando aún no había cumplido su primer año de vida falleció su madre. Su padre, que regentaba en el pueblo una modesta tienda de ultramarinos, se casó en segundas nupcias con Encarnación Novillo, la cual trató a Ursinio y a Emiliana, hijos del primer matrimonio como a hijos suyos, educándolos con todo el cariño. Del nuevo matrimonio nacerían Nicasio, Joaquina y Concepción.
Ursinio fue desde niño despierto, inteligente y cariñoso. Poco a poco se fue desarrollando y acrecentando su vocación religiosa. Ingresó en el Seminario de Toledo. Su familia ha conservado esta fotografía del curso 1914-1915 y, junto a ella, tantos recuerdos de esa etapa. Toda la familia se sacrificó para que no le faltara de nada, aunque el joven estudiante se sabe que utilizaba los libros de sus compañeros para serles menos gravoso. Sus notas eran sobresalientes, obteniendo el consabido meritissimus.
Recibió la ordenación sacerdotal el 20 de marzo de 1920. Sus superiores le ofrecieron el quedarse como profesor en el Seminario pero él deseaba entregarse a las gentes en cualquier parroquia de la Diócesis. Fue destinado a las parroquias toledanas de Yepes y Santa Ana de Pusa. A Luliana y Centenera, en Guadalajara, trasladándose de una a otra a lomos de un burro para poder atenderlas. Más tarde ocupó una capellanía de monjas en Talavera de la Reina (Toledo). De allí pasó a Huecas (Toledo) y, finalmente, cuando estalla la guerra ejercía el ministerio como párroco de El Romeral (Toledo).
Al ser liberada Toledo, se encontró una carta dirigida al Arzobispado de Don Ursinio, que la firmaba como regente de la parroquia, con fecha 31 de julio de 1936. En ella daba cuenta de que el 22 de julio la autoridad republicana le requisó todas las llaves del templo y ermitas, y le dijo que se recluyera en su casa; habiendo impedido con energía que las milicias le ejecutaran, como pretendían. Pero luego le pidieron que les entregase las llaves de la casa rectoral y que se ausentase del pueblo por su propio bien; y por esa causa se trasladaba a su pueblo natal, esperando instrucciones. Naturalmente, esa carta no tuvo respuesta.
Así pues, el alcalde de El Romeral le pidió que abandonara el pueblo y se marchara con su familia, puesto que corrían rumores de que iban a empezar a matar curas, y él ante esta situación se sentía impotente y no podría defenderle, aunque ya lo había hecho anteriormente. Ursinio se dirigió a Tembleque y se refugió en casa de sus padres y hermanos. Durante unos meses, los milicianos le mandaron realizar las faenas del campo, como la siega.
En la madrugada del 4 de diciembre de 1936 llamaron a la puerta. Su hermana, Emiliana, cuando abrió, se encontró con un grupo de milicianos, haciendo un círculo, rifle en mano y apuntando a la puerta. “Venimos a por el cura”. Ursinio, con paciencia y resignación, marchó con ellos mientras el drama familiar quedó latente en la casa. Ambos hermanos estaban muy unidos, tras haberle acompañado Emiliana en varios de sus destinos, por lo que este momento fue tan impactante que la traumatizó de por vida.
Tras detener, seguidamente, a Don Vicente, fueron conducidos al cementerio de La Guardia (Toledo). Junto a los dos sacerdotes los milicianos asesinaron también a la maestra del pueblo, Antonia González, según consta en la partida de defunción. Según se sabe Don Ursino, antes de morir, recriminó a los asesinos, que eran paisanos suyos, el crimen que estaban cometiendo. El martirio sucedió al comenzar el 5 de diciembre, aunque no se sabe la hora exacta.
También del Siervo de Dios Ursinio se sabe que transcurrido el tiempo, un día en que estaba reunida toda su familia, padres y hermanos, una de sus hermanas encontró en un bolsillo de su chaqueta un papel, a modo de testamento. La familia lo conserva como auténtica reliquia. En él decía:
“Ante las difíciles circunstancias porque atravesamos y que para mí acusan un seguro peligro de muerte por ser sacerdote, a falta de un testamento que os marcara ruta a seguir, hoy nueve de octubre de mil novecientos treinta y seis, en plena salud y plena lucidez de mis facultades, quiero dejar estas líneas de mi puño y letra para grabaros mi voluntad, que deseo cumpláis con el mayor escrúpulo:
1º. Tened por seguro que moriré con el pensamiento en Dios, en cuya paz quiero exhalar el último suspiro, con palabras de perdón para mis verdugos, a quienes no deseo otra cosa que la justicia de Dios. Pedir, por tanto, por mí en vuestras oraciones y no maldigáis a los asesinos que, ciegos, desconocen los altos designios del Creador.
2º. Vivid siempre en la ley divina, aunque os rodee una charca de corrupción y de impiedad, teniendo presente que todo es baladí y mísero ante la espiritualidad que nos informa, y que pasarán las generaciones y los tiempos más o menos hostiles a la religión católica, pero sólo ésta será imperecedera, capaz de mitigar los mayores sufrimientos y de llevar en todo momento la tranquilidad a los espíritus.
3º. Cuando sepáis mi fallecimiento, no lloréis; pedid por mí a Dios; no penséis en venganzas, confiad en la justicia divina que es la única indeclinable, aunque a vuestros ojos no aparezcan a veces sus destellos; no habléis con exceso que el silencio es tesoro de prudentes y prenda de circunspección que mucho os valdrá para conduciros sin tropiezos por el lodazal de esta vida miserable. Preocupaos la paz con Dios antes que los apetitos de justicia humana…
…Con la vista en Dios y en su justicia y roto el corazón por una brusca separación, os doy el último adiós, abrazándoos a todos con el espíritu y el alma. Dios sobre todo y no desesperéis, que el lazo de la caridad nos unirá para siempre en las mansiones de ultratumba”.
Vuestro hijo y hermano,
Ursinio Pérez Chozas
Información obtenida de la página: Mártires de la Diócesis de Toledo, en la que podréis encontrar otros personajes que guardan relación con Tembleque.
4 comentarios:
Tremenda historia. Gracias por compartirla. Entiendo que el colegio de Tembleque se llama Antonia González en honor a esa maestra, ¿verdad?. Pues sinceramente, lo desconocía...
Sí, supongo que el Colegio se llamará así en memoria de la maestra González; la verdad que yo sabía que el nombre de la Escuela era en honor de una maestra, pero no conocía exactamente la historia; así que ya hemos aprendido algo hoy, je, je, je
Si que me acuerdo que los maestros del colegio contaban que el origen del nombre del colegio era el de una maestra fusilada en la guerra Civil pero nunca había leído la parte escrita.
De ser asi y teniendo en cuenta la Ley de la Memoria Histórica , debian cambiar el nombre al colegio.
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