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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Los Navíos Anuales de Permiso del Asiento de esclavos con Inglaterra hasta la feria de Portobello de 1731

l pasado día 2 del corriente mes de noviembre se han cumplido 510 años desde la llegada de Cristobal Colón a Portobello; y también, en un mes de noviembre, en esta ocasión, el del año 1739, la ciudad de Portobello, fue destruida por las naves de la Armada Inglesa al mando del Almirante Edward Vernon.
Como podemos ver el mes de noviembre trajo grandes dichas y grandes desgracias a esta bella ciudad, que fue una de las más importantes en la historia del comercio de las Indias Occidentales...


En varias ocasiones hemos traido ya a VÐT artículos relacionados con uno de los hijos más ilustres de La Villa, como lo fue el Almirante Don Manuel López-Pintado.
Hoy, una vez más, queremos dar a conocer otro episodio de la Historia de España y del mundo muy estrechamente ligado con él, y en el cual el Almirante jugó un papel importante...


A modo de pequeña introducción, diré que:

Antes de la llegada de Cristobal Colón a lo que hoy es Panamá, le correspondió a un notario sevillano, el honor de recorrer por primera vez, tierras istmeñas.
Rodrigo Galván de la Bastida, natural de Triana en Sevilla, llegó a las costas de Panamá en 1501. (En 1493, había acompañado a Colón en su segundo viaje).
El 5 de junio de 1500, celebró un contrato con la Corona, mediante el cual, se le concedió licencia para descubrir islas o tierras no visitadas por el Almirante de la Mar Océana ni otros navegantes, o que pertenecieran a la Corona Lusitana, a partir de las costas del Cabo de la Vela en Coquibacoa.
En 1501 zarpó del puerto de Cádiz en dos naves: San Antón y Santa María de Gracia, más un bergantín y un chinchorro. En este viaje, lo acompañó, entre otros, el piloto Juan de la Cosa y un hidalgo llamado Vasco Núñez de Balbóa.

En su cuarto viaje, Colón llegó a la costa atlántica del Istmo. El 2 de noviembre, llegó a una preciosa bahía en la actual provincia de Colón, a la que bautizó como el nombre de Portobelo o Puerto Bello.
En compañía de su hermano, el Adelantado Bartolomé y su hijo Fernando, el Almirante zarpa de Cádiz en mayo de 1502, con las naves "La Capitana", "La Gallega", "La Vizcaína" y "Santiago de Palos". Luego de llegar a varias islas de las Antillas, logró recorrer las costas que van desde el Cabo Gracias a Dios (Honduras) hasta Cariari (Puerto Limón en Costa Rica).
Cuando Cristóbal Colón arribó a Panamá, el primer lugar que visitó fue Bocas del Drago, entrando por la que hoy es conocida como la Bahía de Almirante (Caribaró para los indígenas), por el canal que separa la "Isla Colón" de tierra firme.
Colón llega a la espaciosa bahía de Caribaró el 6 de octubre de 1502. Posteriormente arriba a la Laguna Aburemá (Chiriquí) y el 17 de octubre, a las costas de Veraguas.
A fin de buscar las célebres minas de oro, el Almirante regresa a las costas veragüenses. Tras un viaje lleno de vientos adversos y de mar agitado, llega a un río conocido por los indígenas como Quiebra, al que se le llama Belén, por haber llegado al mismo el 6 de enero de 1503. El 24 de febrero y con un total de 80 hombres, Colón fundó el primer asentamiento continental, al que llamó Santa María de Belén, el cual estuvo al mando del Adelantado Bartolomé Colón.
Creada la Colonia, se logró la alianza con varias tribus indígenas, entre ellos, la del Cacique Quibian, quien visitó a Colón a bordo de una de las naves del Almirante.
En 1510 se fundó la ciudad de Nombre de Dios, pero ante su desastrosa situación, ya que por hallarse en un lugar enfermizo se llamó "el Cementerio de América", se decidió trasladar la terminal de las flotas de los Galeones, en la última década del S. XVI, a Portobelo, más facilmente defendible por las alturas que rodeaban su bahía.



Es como la partida de nacimiento de éste que sería importantísimo lugar: PORTOBELO



Este plano fue obra de Bautista Antonelli, levantado en 1597, en el que se registran no sólo los lugares donde habían de construirse los fuertes, que de momento se reducían a dos, sino además la profundidad en pies de la bahía, donde se señala una cuadrícula grisácea para indicar el sitio que debía ocupar la ciudad, marcándose el camino de penetración a Panamá.

Las ferias realizadas en la costa atlá
ntica del Istmo de Panamá, primero en Nombre de Dios en 1544 y a partir de 1597 en Portobelo, tenían como objetivo primordial abastecer de artículos europeos los mercados americanos y enviar con destino a España los metales preciosos procedentes del Perú. La importancia de este evento de intercambio comercial se pone de manifiesto en los datos suministrados que indican que entre 1531 y 1660, de todo el oro que ingresó a España procedente del Nuevo Mundo, el 60% cruzó por el Istmo de Panamá. La última feria se realizó en Portobelo en 1739.

Portobelo. Las ruinas del Edificio de la Aduana, construido en 1611 por orden del Rey de España como depósito para el oro y la plata traído desde Perú a Portobelo, la ciudad comercial más importante en esta región durante el Siglo XVII.






El día 21 de noviembre de 1739, y a consecuencia de una acción militar durante la
Guerra de la Oreja de Jenkins, la ciudad fue destruida.

En el año 1980, las ruinas de las fortificaciones junto al cercano Fuerte de San Lorenzo fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO dentro del conjunto denominado Fortificaciones de la costa Caribe de Panamá.

Estos hechos, tuvieron como consecuencia la denominada "Guerra de la Oreja de Jenkins", de la que os dejo un breve extracto del trabajo de Don Santiago Gómez titulado: "La Guerra de la Oreja de Jenkins. Combates en el Caribe. Antecedentes y primeros enfrentamientos". Publicado en "Todo a Babor".

..."Como en casi todas las guerra, y esta no iba a ser menos, estaba en juego la economía de cada contendiente. España, que había salido perjudicada de la guerra de Sucesión, trataba de mantener su monopolio comercial con América. Gran Bretaña, que había conseguido tras esa guerra el llamado Navío de Permiso y el Asiento de Negros, trata por todos los medios, legales e ilegales hacerse con un trozo del pastel. Sabiendo que España no iba a prorrogar la concesión por 30 años del Navío de Permiso, los británicos, sobre todo la clase dirigente y mercantil, veían con buenos ojos y hasta alentaban una guerra para desposeer a España por la fuerza lo que no habían conseguido con la diplomacia.
El 13 de julio de 1713 fue ratificado el Tratado de Utrech por España y Gran Bretaña. Gran Bretaña solicitó la concesión del “Asiento de Negros” por diez años, obteniendo el monopolio de esclavos. En los preliminares, Felipe V envió poderes a su abuelo Luis XIV para firmarlos. Sin consultar con su nieto concedió a Gran Bretaña treinta años por los derechos de “asiento”. Además el rey francés firmó un tratado secreto con la reina Ana en el que figuraba esta concesión y otros beneficios perjudiciales para España.

EL NAVÍO DE PERMISO

..."El Navío de Permiso era un buque mercante británico de 500 toneladas (de mercancías) encargado de hacer negocio cada vez que se realizaba la feria de comercio con las Flotas de Nueva España en Méjico y los Galeones de Tierra Firme. Estos navíos tenían permiso para vender sus mercancías cada año. Los beneficios fueron tan grandes que vieron un gran negocio en aumentar las ganancias de forma ilegal. Cuando a los navíos británicos se les acababa las mercancías eran repuestas por la noche desde pequeñas embarcaciones, aumentando así el negocio y los beneficios. Estos buques fueron conocidos como “barco de las Donaires”, pues al contrario que el mito no se vaciaban nunca. Las naves negreras aprovechaban las visitas a puerto para introducir mercancías. Cualquier nave con pretexto de averías o riesgo de naufragio entraba en puerto español y clandestinamente comerciaban productos a precios más baratos. El negocio era tan lucrativo, que muchos jamaicanos hicieron del negocio ilegal su forma de vida. Como resultado, el comercio español se redujo a la mitad. Los españoles tenían el derecho de visita de los buques mercantes británicos, confiscando las mercancías fuera de registro, es decir, sin declarar y por tanto ilegales, motivo de discordias continuas, sobre todo al aumentar el contrabando. En enero de 1739 estuvo a punto de firmarse la Convención de El Pardo, un acuerdo donde se resolvía la cuestión de las presas hechas por los guardacostas españoles, las cuentas que no cuadraban de la Compañía del Mar del Sur británica, los litigios fronterizos en Florida y otros problemas. España estaba dispuesta a ceder en varios aspectos del litigio, uno de ellos fue el pagar indemnizaciones por la captura de buques contrabandistas. Cuando el ministro Walpole presentó el convenio al parlamento para ratificarlo, la Cámara de los Comunes lo rechazó. Sin duda, los intereses y la avaricia de muchos, llevó a la guerra a las dos naciones. Walpole, que no deseaba la guerra, tuvo que ceder ante las presiones y hacer suya la frase ¡el mar de las Indias, libre para Inglaterra o la guerra!.
Por qué Walpole y otros partidarios de la paz cedieron ante los belicistas es fácil de comprender ante el estado de tensión al que se había llegado. El punto álgido se alcanzó en esa reunión de la Cámara de los Comunes un 8 de marzo de 1739, día elegido por Walpole para presentar el Convenio de El Pardo y pedir su ratificación.
En los momentos de mayor acaloramiento, uno de los partidarios de la guerra dijo que presentaría pruebas de la barbarie española y apareció en la sala un capitán escocés llamado Jenkins con una caja en las manos. En ella estaba su oreja cortada, relató lo que le había sucedido y la indignación y gritos contra España y a favor de la guerra era ya imparable. ¿Quien era Jenkins, y que le había ocurrido?. El capitán escocés Robert Jenkins mandaba una fragata mercante británica llamada Rebeca. Llevaba productos para comerciar con los permisos en regla. Navegando por la Florida es detenido por el guardacostas español La Isabela, al mando del capitán Julio León Fandiño, que tenía la obligación de comprobar si las mercancías que llevaban estaban registradas en los libros. Registrando la bodega del barco encontró gran cantidad de mercancía de contrabando. Como escarmiento, Fandiño cortó la oreja del contrabandista y le dijo. “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. Si esta frase se dijo o no, es lo de menos, lo cierto es que en la Cámara de los Comunes se tomó como una afrenta a su rey y era merecedora de una declaración de guerra, aunque ya sabemos que este hecho se tomó como una excusa.
Siendo el objetivo de esta guerra el control del comercio de América, la contienda sería principalmente en el mar. España sólo contaba con 31 navíos, más otras 9 fragatas de dos puentes y armadas con unos 50 cañones, mientras el número de fragatas era muy pequeño. Gran parte de los navíos españoles no eran verdaderos navíos de línea capaces de enfrentarse a una escuadra, sino que eran buques aptos para la escolta con cañones de pequeño calibre. Esta situación se había tratado de subsanar en las décadas anteriores, pero lo cierto es que sólo se contaba con un navío de tres puentes y 114 cañones, dos de 80, seis de 70 y doce de 64 cañones. Por el contrario, la británica disponía de más de cien navíos de línea, quince de ellos armados con 90 a 100 cañones, dieciséis de 80, diecisiete de 70, quince de 64, once de 60, veintinueve de 48 a 54, unas cuarenta fragatas y numerosas unidades menores, siendo sus calibres superiores a los embarcados en los españoles. Con un simple vistazo a estos números se puede pensar que los españoles no tenían ninguna oportunidad en ganar la guerra. Siendo Gran Bretaña la dueña de los mares, las plazas en América caerían como piezas de dominó.
A este panorama tan negro hay que añadir que España se encontró sola en esta guerra. Francia, por el Primer Pacto de Familia, firmado el 7 de noviembre de 1734, estaba obligada a prestar apoyo militar, pero durante los años anteriores a la guerra hizo de mediadora para evitar el conflicto armado. Para entrar en guerra, Francia exigió contrapartidas comerciales. Cuando Gran Bretaña declaró la guerra el 23 de octubre de 1739 no se había llegado a un acuerdo entre los dos aliados. Francia estaba indecisa, pues tampoco podía permitir que los británicos se hicieran con todo el comercio americano"...
Y para finalizar este post a continuación os dejo este interesante documento, obra de D. Rafael Donoso Anes, Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad, que da título al mismo, en el que se habla del Almirante D. Manuel López-Pintado y su implicación en los hechos mencionados.



4 comentarios:

Beatriz Galindo dijo...

En el siguiente enlace, os dejo una visita al "Palacio de Villapanes", residencia del Almirante en Sevilla.

Mirlo 30 dijo...

Excelente artículo, buena muestra de una gran y laboriosa labor de busqueda e investigación. Además la presentación es tan buena como el propio artículo en si.

Anónimo dijo...

Una vez mas, un estupendo artículo historico de la historia de España,y además uno de los protagonistas es un paisano de nuestro pueblo de Tembleque.
Muchas gracias por poner estos trabajos tambien elaborados y muy bien documentados.

Saludos

Beatriz Galindo dijo...

Saludos y buenos días.
Antes que nada quiero agradecer vuestros comentarios.
Al igual que el compañero Mirlo 30, tampoco accedo al Blog todos los días y, al igual que a él, también me resulta gratificante saber que hay personas en la Villa interesadas por la Historia y por la relevancia que tuvieron sus paisanos en la misma.
El pasado viernes, día 18, VÐT cumplió 2 años de andadura, y no hay mejor forma de celebrarlo que el saber que seguís con nosotros.
Un sincero y cordial saludo para todos.